Solo hay un bien, el conocimiento;
solo hay un mal, la ignorancia.
Sócrates
La televisión, las revistas y periódicos, las radiofórmulas, el cine, las redes sociales, la cartelería de publicidad, los avisos al móvil, ... toda la "realidad mediática" que se hace llegar al ciudadano-consumidor tiene un efecto inevitable: el condicionamiento.
Este condicionamiento actúa a nivel de todas las esferas de la persona: en lo moral-ético (todo vale), en lo emocional (todo para mí) y en lo intelectual-lógico (todo sirve).
De este modo la ciudadanía estabulada aprende a pensar con una ausencia de lógica real, sustituida esta por una escala de valores truncados, unos sentimientos artificiosos y una pseudológica que dicta el medio desde su propia dinámica dirigida al consumo. El mensaje se convierte en un mero producto y como tal se presenta de forma que pueda ser deglutido de forma pasiva, todo hecho. Frito y cocido. Sin esfuerzo alguno. Sin necesidad de leer siquiera o hacer el más mínimo esfuerzo intelectual. Tal vez no sea posible porque el esfuerzo es soportar el bombardeo constante de información fútil. O tal vez sí lo sea. Fast Food. Fast Life.
Este condicionamiento mental determinará las generaciones del futuro. El futuro estará en manos de esta generación condicionada y si no se produce un cambio, será un futuro temible.
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