Esto no es un blog, es un bloc. De notas, para más seña. Aquí apunto lo que se me pasa por la cabeza, lo que se me cruza por la vida o simplemente lo que se me antoja. Buscarle cualquier otra significación es perder el tiempo. Bienvenidos a ello y no se corten en comentar.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Descontroladores y porqués. Una historia con moraleja para todos.

Tal vez todos nos preguntemos cómo se ha llegado a la situación lamentable de estos días y creo útil hacer una reflexión sobre las causas y los intringulis del pensamiento humano. Es especialmente interesante si tenemos a algún conocido afectado por el cacao montado para ver como nosotros mismos reaccionamos irracionalmente. En mi caso conozco varios perjudicados por los descontraladores, concretamente. O simplemente comentarlo porque es la comidilla de estos días. Por ejemplo, hoy me he cruzado a un chavalillo al salir de un centro comercial tratando de impresionar a una moza al más puro estilo Federico con este asunto y he oído de pasada la coletilla: "¿Tú sabes cuanto gana esa gente? ¡Un pastón!"

El porqué de los controladores ha suscitado las mayores controversias. Que si lo merecen. Que si no. Que si con la crisis. Que si antes de la crisis. Etc.

Personalmente me importa un bledo el sueldo de los controladores aéreos. Opino que no debería importarnos a ninguno a la hora de valorar su actuación de estos días. Si ganan mucho o poco o todo lo contrario es una cuestión entre ellos, su productividad y sus empleadores. No debería ser nuestra vara a la hora de medir lo que han hecho: se han columpiado en la cara de los usuarios y ha sido un atropello. Simplemente. Independientemente de que cobren un huevo de pato por su trabajo, eso no debe ser lo que nos guíe. Aquí lo importante no debiera ser lo que cobren o dejen de cobrar, sino como se han comportado. Pero no está siendo así.

Opino que cada cual gane lo que su profesión u oficio le permita, siempre que lo haga sin chanchulleos ni fullerías. Bien es cierto que sobre el colectivo pende la sombra de la duda por ciertos mamoneos que parece que algunos miembros del mismo acostumbraban: sustituciones de última hora por "bajas de improvisto" pagadas a precio escandaloso y lucrativas horas extraordinarias convertidas en lo ordinario y rutinario. Pero todas esas sospechas son responsabilidad tanto de aquellos trabajadores -un subconjunto del colectivo, en todo caso- que cometiesen esos mamoneos como de la empresa que se los permitía. Deberían salpicar por tanto a ambas partes. Así, considero que estas circunstancias no deberían inmiscuirse en nuestra opinión sobre lo que han hecho particularmente los descontroladores.

Tal vez con una salvedad. Parte de ese sueldo se paga supuestamente por la responsabilidad de estos trabajadores. La actitud que han demostrado los que se "dieron de baja" fue a todas luces irresponsable. Pero en última instancia, sueldos pasados no deberían garantizar responsabilidades futuras -como diría tu banco. Por tanto el salario no condiciona como se comporten en un momento dado. Y viceversa, no podía esperarse que el sueldo dictase la responsabilidad futura.

No es menos cierto que es precisamente el sueldo de esta gente una de las causas del follón. De una parte ha incitado a que sus empleadores montaran toda la estratagema maestra orquestada para recortárselo. De la otra los empleados han montado en cólera al ver que iban a trabajar lo mismo por menos sin las triquiñuelas de las horas extraordinarias. Pero no hay una relación directa entre el sueldo en sí y la actuación de estos días.

Y sin embargo seguimos contemplando como, a pesar de que el hecho per se -abandono irresponsable y traicionero del puesto de trabajo- es lo suficientemente grave para ser condenable, la gente sigue recurriendo al soniquete de "¡Con lo que cobran!". Es lo único que ve la gente pese a que la interconexión de ambos elementos es absurda.

El porqué de este proceder masivo lo ignoramos sutilmente. Y es que precisamente por ese salario, de forma inconsciente, que juzgamos a los controladores. Ese salario los hace distintos de la mayoría y a partir de ahí los convierte en segregables, aislables y llegado el momento condenables. Ni siquiera es envidia. Es un sesgo denominado prejuicio de grupo. Es irracional. Y los políticos lo saben. Por eso PPSOE están de acuerdo y ambos han anunciando que irán a por ellos. A por ellos oé, a por ellos oé.
Porque el populacho quiere sangre y ningún partido está dispuesto a perder su cuota de beneficio.

Y esta es la lección que podemos sacar de la situación -si no estamos implicados como viajero ni controlador, claro. Que tenemos que vigilar nuestros sesgos cognitivos absurdos.

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