En la sobremesa de la barbacoa de hoy ha salido una conversación sobre un libro titulado "El Secreto", una nueva moda niueichera. Conforme la
iniciada nos contaba de que iba me ha sorprendido que se trataba de una nueva entrega del método Da Silva, que para quien no lo sepa fue otro libro de supuesta autoayuda (pues de eso se trata) más añejo, solo que este otro novedoso está mejor promocionado (se ve que van aprendiendo). Lo interesante ha sido asistir al método de transmisión viral que ha adoptado esta vez el cuento. La
iniciada simplemente te cuenta que es algo completamente cierto y que solo lo puedes comprender si lees el libro, pero que no te va a recomendar que lo leas. Que si tienes que leerlo lo leerás (¿cosa de elegidos?) y si no es así no te interesa, porque tienes que leerlo con la mente abierta y sin esperar nada. Añado, ni siquiera puedes esperar un poco de sentido común.
Como se estaba haciendo la interesante, la
iniciada digo, uno de los presentes ha sacado su
htc con conexión internetera y en seguida nos ha puesto al día de la sinopsis de la
cosa en cuestión. Otra magufada. Pero lo interesante de todo esto ha sido ver como en seguida el método que han seguido para publicitar el producto ha calado entre los
iniciados y ellos mismos siguen el patrón de levantar un velo de misterio sobre el tema para que pique la curiosidad y así incitar a
iniciarse leyendo el librito de marras. El ser humano es así de curioso.
Después, a la vuelta, en el coche hemos seguido comentando el tema, de cómo el
pensamiento mágico persiste en la mente humana y de como estas chorradas (hemos seguido con otras varias) místicas resurgen cada cierto tiempo gracias a la avidez de la gente por creer gilipolleces.
En mi opinión decía que el mecanismo es claro. Primero se mezclan algunas verdades con las estupideces que queremos validar. Así el lego en la materia no sabe distinguir unas de otras y las da todas por válidas igualmente. Indistintamente. Lo siguiente es un requisito: que la teoría a elaborar sea estúpidamente sencilla. Así consiguen lo que la terapéutica de verdad no consigue, que es llegar al pueblo llano. La persona ve que se le están diciendo algunas verdades como puños y el resto (la magufada) se le explica de forma accesible. No tiene que ser ni necesariamente cierto para que lo crea. De hecho no lo es. Pero el caso es que cuela.
No sé si es por alabar el ego del susodicho haciendole ver que por fin hay un mecanismo de acción (aunque inventado y falso) que puede comprender frente a otro demasiado complicado (real y cierto). O si es simplemente porque las explicaciones sencillas son simplemente eso, más asequibles aunque sean falsas. Lo cual es absurdo, el "celebro" del individuo debería saber distinguir lo
sencillo verdadero de lo
sencillo falso, por mera aplicación de la lógica. Pero bueno, el ser humano funciona tal que así, sobre todo cuando se le dan premisas falsas, cuando está adormecido por la
vagancia intelectual o cuando simplemente no da para más. Creer gilipolleces es más cómodo que esforzarse en intentar averiguar las cosas.
Lo más alarmante (y esto no lo señalaba yo, sino una de mis acompañantes) es la asombrosa capacidad que tienen esas personas que comulgan con estos disparates de autoengañarse sin mostrar
ni un ápice de sentido crítico. Cero.
En cuanto al charlatan de turno, es característico del
alternatimo que su mayor argumento suela ser "
a mí me funcionó" sin saber porqué funcionó. Pero a continuación en seguida se prestan a elaborar seudoteorías de lo más peculiares y de todo tipo para dar validez a esas experiencias personales. Paradójicamente los mismos que rechazan las disciplinas ortodoxas (medicina de verdad y psicología de verdad) por razones de su complejidad y supuesta rigidez dogmática (digo supuesta porque solo desconociéndolas se puede sostener tal cosa) se afanan en elaborar esas seudoteorías inconsistentes e incongruentes. Pero claro, es que así tienen el poder que les otorga el conocimiento reservado, arcano y esotérico. Arrogarse el poder de prestigio social, o de contraprestación económica o simplemente de engordar su estúpido ego sintiéndose especial. Ser el Chamán. El ser los conocedores de "El Secreto", en este caso.