
¿Pezqueñines no, gracias? No siempre.
El FROM se encarga de regular desde hace mucho tiempo las tallas mínimas de las capturas pesqueras en nuestro país. Gastan millones de nuestro dinero público en concienciarnos de que no consumamos alevines y especímenes sin desarrollar de casi todas las especies de nuestro litoral.
Casi todas porque sigue habiendo un caso vergonzoso cuya existencia solo imagino que se da por alguna presión por fuerzas desconocidas: las angulas. Esta excepción es cínica y vergonzosa.
Se arguyen excusas de tradición e incluso culturales para mantener su pesca. Recordemos que la angula no es sino el alevín de la anguila, que está en peligro de desaparición en toda Europa. Además se estima que por cada kilo de angulas se capturan colateralmente otros 4 kilos de inmaduros de otras especies (en la pesca en el Guadalquivir, por ejemplo). En algunas partes es ilegal su comercialización, pero ojo, no su pesca, que acaba en venta ilegal. No se trata de un producto de primera necesidad, puesto que el quilo llega a alcanzar los 1.500 euros en algunas temporadas. Solo se trata de un producto de lujo para los muy pudientes o muy caprichosos.
Su pesca es una vergüenza nacional y que persista solo se puede imaginar debido a fuerzas sociales de estúpido atavismo, la fuerza de tradiciones sinsentido o simple degeneración moral en unos legisladores que acaben consumiéndolas y fuerzan la ley para permitir su tropelía.
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